Ago 23 2022

Pensiones alimenticias no son suficientes para cubrir gastos de hijos e hijas

Para Isabela* los 1340 córdobas mensuales que recibió de pensión alimenticia por parte del padre de su hija no eran suficientes ni para cubrir la mitad de los gastos totales que generaba cuando la menor tenía un año. Así que cuenta que debió asumir la mayoría de los gastos, pese a que en ese momento (2016) no contaba con trabajo fijo, y sus ingresos los conseguía planchando ropa y trabajando esporádicamente como contadora.

La niña había nacido en el 2015, pero después de un año en el que el padre no se hizo responsable de su manutención, Isabela decidió demandarlo. Sin embargo, en el juicio, el monto asignado fue de C$1,340 córdobas mensuales, una cantidad ínfima para los gastos reales de la niña.

Los alimentos: Otro derecho que el Estado de Nicaragua no le garantiza a la niñez

Con ese dinero, la madre solo compraba un tarro de leche jumbo de C$560 córdobas, una caja de cereal Nestum de C$210, una bolsa de pañales Pamper de C$320, una bolsa de galletas Chiky de C$52; y le sobraban poco más de C$100 córdobas que los guardaba para cualquier emergencia.

Sin embargo, la niña en realidad ocupaba el doble de eso en el mes, un monto que asumía únicamente Isabela. Más la comida, vestimenta, servicios básicos del hogar y educación, ya que la madre pagaba a una maestra para que cuidara a la menor, mientras ella trabajaba.

Aunque el monto asignado por pensión fue establecido de acuerdo a lo que señala la Ley 870 (Código de Familia), es decir, el 25% de los ingresos netos del padre cuando es un solo hijo/a, la decisión del juez la realizó sin tomar el contexto económico de la madre y sin realizar un presupuesto de gastos de la menor; dejando una distribución injusta de gastos entre Isabela y su expareja.

“Yo nada hacía con esos 1,340 córdobas. La pasé muy difícil y para salir adelante me tiré a planchar tres veces a la semana, después a hacer unos trabajos de contabilidad. Por suerte contaba con el apoyo de mis padres y una hermana que me ayudaban, pero para ayudarlos a ellos vendía frutas en el mercado también”, expresa.

Padres se niegan a pagar

Isabela señala que el papá de su hija cambió de trabajo intencionalmente a uno donde el salario era mucho menor cuando se dio cuenta que iba a ser demandado, para que así la pensión tampoco fuera mucho.

Según ella, en su anterior trabajo él ganaba C$16 mil córdobas y en su nuevo trabajo ganaba el salario mínimo,  es decir, C$6,200. Así que durante el juicio de alimentos solo consiguió lo mínimo a favor de su hija.

También lo demandó por un año de retroactivo, que fueron C$12 mil córdobas según el juez; pero el hombre solo pagó C$1,800 córdobas, y solo cumplió con 6 meses de pensión.

Al negarse a cumplir el derecho de la niña a pensión de alimentos, Isabela tuvo que solicitar una acta de no cumplimiento y una orden de embargo de salario. Si bien lo consiguió en septiembre de 2019, no sirvió de mucho, puesto que el padre de su hija se había arreglado con su empleador para que no le dedujeran lo correspondiente para la manutención de su propia hija.

“Yo le dije al administrador que las órdenes judiciales son de cumplimiento obligatorio, y lo amenacé con meter un escrito en los juzgados donde lo acusaba de incumplir con la orden. Al final aceptó darme el dinero, pero en diciembre fue la última vez que retiré. En enero de 2020 fui y me dijeron que él ya no estaba trabajando y no dedujeron el 25% de su liquidación”, indica Isabela.

Al final solo recibió cuatro meses de pensión más luego del embargo salarial, pese a que el artículo 323 del Código de Familia prohíbe al alimentante renunciar a su trabajo para no cumplir con su obligación.

Ante las constantes negativas del padre de su hija y el desgaste, los costos y pérdida de tiempo que suponía hacer diligencias legales en las instituciones, Isabela decidió no continuar exigiendo la pensión de alimentos al hombre y seguir manteniendo a su hija sola, como siempre lo había hecho.

Hoy la niña tiene casi siete años, e Isabela la logra mantener con dos trabajos, el primero como cajera de una óptica y el segundo como vendedora en el mismo lugar, donde gana por comisiones. Para esto, trabaja en una jornada de 12 horas la mayoría de los días, desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche, pero asegura que si no lo hiciera, no podría asumir los gastos.

Costo de la vida aumenta y pensiones siguen iguales

Marisol* es otra madre que no logra cubrir ni la mitad de los gastos de su hija de 11 años con la pensión alimenticia que recibe, pese a que el Código de Familia establece la igualdad de responsabilidades entre padres y madres.

Consulta el Código de Familia

Desde la separación con su expareja en 2018, recibe 5 mil córdobas mensuales, pero sus gastos totales en el hogar superan los 13 mil córdobas. Además, él no se hace cargo de los gastos que se supone deben ser compartidos como la vestimenta y la recreación. Así que Marisol debe asumir la mayoría de los costos vendiendo ropa y algunos productos para poder cubrir las necesidades de su hija y las de ella, puesto que no tiene empleo fijo.

“Y encima tengo que estarle recordando todas las quincenas que me pase el dinero, o no me lo pasa los propios días de las quincenas, sino hasta días después, y se me complica pagar los servicios básicos”, señala. A parte del monto mensuales, su expareja se hace cargo de la mensualidad del recorrido y del colegio, pero no de los gastos extras como proyectos escolares, ferias o retiros, que son obligatorios.

El dinero que el padre de su hija le da, no representa ni el 25% de sus ingresos netos como establece la ley, sino mucho menos. Actualmente él trabaja como ingeniero en un banco de prestigio de Nicaragua donde gana no menos de $700 dólares, y cuenta con dos taxis que generan C$500 córdobas cada uno diariamente.

“Él nunca me ha dicho sus ingresos reales. Nunca me lo dijo cuando estábamos juntos, ahora menos que estamos separados. Él solo en los taxis debería de darme C$7,500 realmente, sin contar su salario en el banco, que no sé cuánto es exactamente”, indica.

Según cuentas de Marisol, el 25% de sus ingresos totales serían C$13,800 córdobas mensuales en realidad, y no y los C$5 mil córdobas que le da.

Otra situación que Marisol destaca, es que durante cuatro años ha estado recibiendo el mismo monto por parte del padre de su hija, pero los productos en el supermercado así como de los servicios básicos han aumentado año tras año. “No me alcanza para nada. Yo sigo gastando lo mismo en el súper, pero los productos que consigo son menos. Ni siquiera compro cosas inútiles, sino que todo es necesario”, indica.

Lo que dice Marisol es verdad, en los últimos cuatro años el costo de la vida en Nicaragua ha aumentado con creces, pero los ingresos de las familias se mantienen iguales. En diciembre de 2018, fecha en que empezó la pensión, la canasta básica valía C$13,564.66 córdobas, según el Banco Central de Nicaragua, y hasta julio de este año, la misma valía C$17,842.77. Es decir, un aumento del 32%, C$4,278.11 córdobas de diferencia. Sin embargo, la pensión es la misma.

Esto mismo ocurre con las madres que han recibido el mismo monto durante años, así que ellas tienen que asumir esa diferencia a pesar de la devaluación de la moneda, siendo una distribución de gastos injustas y no igualitaria, como señala el Código de Familia.

* Los nombres de las entrevistadas se mantienen en anonimato a petición de las entrevistadas.

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